Cuando se llega a Cervera de Pisuerga por la carretera CL-626, en el horizonte despuntan algunos de los montes más emblemáticos de la Montaña Palentina. Sin embargo, el Espigüete destaca por su prominencia, casi un triángulo perfecto en la lontananza. Posiblemente sea una de las cumbres más ascendidas del Alto Carrión, si no la que más. Por mi parte, creo que en esta ocasión pisé su cima por séptima vez, habiendo subido o descendido por todas sus vertientes. A mi compañero y a mí nos faltaba la cresta oeste, así que decidimos seguir la ruta de la cresta integral: ascenso por la arista oeste (en realidad se trata de la arista noroeste que finaliza en la cresta oeste) y descenso por la arista este.
No es una ruta técnicamente difícil, aunque algo aérea y presenta algunos pasos de IIº. Tampoco la distancia ni el desnivel son excesivos —1.150 metros de desnivel positivo y 11 kilómetros de recorrido—, pero sí es un itinerario intenso y exigente. Los últimos 400 metros de desnivel de la arista oeste se superan trepando, y el descenso por la arista este implica 1.100 metros de bajada con tramos de fuerte pendiente. En conjunto, supone un buen trabajo para gemelos y cuádriceps.
Dejamos el coche en el aparcamiento de Pino Llano (1.340 m), cerca de Cardaño de Arriba, y tomamos la pista hacia la cascada de Mazobre (O). La pista pasa bajo el refugio de Mazobre y avanza paralela al arroyo del mismo nombre, rodeando la cara norte del Espigüete.
A unos 2,5 kilómetros desde el Parking, antes de llegar a la cascada, una senda sale a la izquierda y continúa paralela a la pista. Poco a poco gana altura, recorriendo la base de la cara norte, entre escobas que, a veces, cierran el paso. La cascada de Mazobre regala una estampa digna de fotografiar.
Poco después la pendiente se acentúa y el camino se vuelve más agreste, cambiando la dirección hacia el suroeste. Tras superar una pedrera, alcanzamos por fin el collado de Arra (1.990 m). A partir de este punto, entramos en el reino de la piedra caliza, que nos acompañará hasta el final de la ruta.
Iniciamos la ascensión por la arista noroeste siguiendo la senda y los hitos (S). Las trepadas son constantes, y en ocasiones solo se distingue el suelo más desgastado por las pisadas. Hay que prestar atención para no perder los hitos ni la orientación. En la cota de 2.270 m, la ruta obliga a un destrepe de unos cuatro o cinco metros hacia la derecha. No es difícil, pero conviene mencionarlo porque rompe la línea ascendente mantenida hasta ese momento.
Los hitos nos conducen (S) a la entrada de la horcada donde se encuentra el paso de la “V”. Trepamos por esta estrecha horcada y, a mitad de ella, a su derecha, una canaladura en la roca —con algo de vegetación— permite superar el paso sin problemas. Algunos lo califican como de IIº.
Después de descansar un rato en la cima iniciamos el descenso de la arista este. Primero llegamos al collado (2405 m), donde convergen la cara sur, la cara norte y la arista este. Continuamos y pasamos por la cima del Espiguete oriental (2440 m). Es un tramo de subidas y bajadas que obliga a usar las manos en alguna ocasión.
Más adelante, la inclinación aumenta en la zona de placas, que se bajan con cuidado pero sin grandes dificultades. Llegamos a la brecha, con una trepada de IIº que tampoco nos pareció complicada. El resto del recorrido desciende por la espina dorsal de la arista este, sin pérdida gracias a los abundantes hitos —quizá demasiados—, con varias alternativas de bajada.
Nos tocó un regreso con calor, lo que hizo el tramo final algo largo y pesado. Pero lo conseguimos. Y mereció la pena: un itinerario que combina paisaje, deporte y la dureza de una montaña agreste.
DATOS
DISTANCIA: 11km
DESNIVEL POSITIVO: 1150 m
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