TEIDE DESDE EL PARKING DE MONTAÑA BLANCA

 



Subir al Teide andando es toda una experiencia. Evidentemente, lo es para un montañero peninsular acostumbrado a las montañas del norte. Encontrarte con un entorno formado por los derrubios de un volcán, donde la escasa vegetación y algún lagarto Tizón (y los turistas) son los únicos indicios de que seguimos en un planeta vivo, contrasta con el paisaje verde de las montañas vascas al que estoy habituado. Pero sin ir tan lejos, el contraste se vive en la misma isla de Tenerife, porque el Teide se eleva sobre toda la isla, dejando a sus pies un cinturón boscoso, la corona forestal que rodea todo el Parque Nacional. Por otra parte, la experiencia también lo es física o deportiva. Se suben 1400 metros de desnivel y se recorren algo más de 20 km con la agravante de la altitud. La cima se sitúa 3718 m, donde la falta de oxígeno en el aire ya es sensible. El problema surge porque el cuerpo casi no tiene tiempo para aclimatarse. La mayoría de los que acometemos esta ascensión somos veraneantes que estamos instalados en los hoteles de la costa. En algo más de una hora pasamos de la cota 0 a la cota 2350 m del parking de La Montaña Blanca y al de otra hora, más o menos, nos situamos en la cota de 2700-2800 m. No hay tiempo para aclimatarse. Esto hace que haya que subir despacio, tomándonos el tiempo que sea necesario. Yo tardé 5 h en alcanzar la cima.

Quise aparcar en el parking de Montaña Blanca (2350 m), pero es pequeño y estaba ocupado. Dejé el coche unos 500 metros más adelante, en otro más amplio. La ruta comienza en la pista de Montaña Blanca en el parking del mismo nombre. Se trata de un camino ancho que va ganando altura poco a poco y se dirige hacia la base del Teide. Primero se encamina hacia el norte, mientras bordea las blancas laderas de Montaña Blanca. Llaman la atención estos paisajes formados por materiales volcánicos de diferente color y con tonalidades distintas según el momento del día. A la mañana más diáfanos y a la tarde más cálidos. También hace acto de presencia la escasa pero llamativa vegetación. Cabe destacar La retama del Teide, la Hierba Pajonera, La violeta del Teide, La Tonática y el Tajaniste Rojo.


La pista cambia de dirección hacia el sur (2540 m) y comienza a subir con más fuerza dibujando un zigzag en una zona donde sobresalen unas grandes bolas de piedra oscura, son los famosos huevos del Teide. Bolas de lava solidificadas, que al parecer, bajaron rodando por las coladas de lava adquiriente la forma esférica. Poco después, la ascensión se sitúa en la cota de 2720 metros. Aquí comienza lo duro.


La pista se convierte en senda, pero sin riesgo de perderse, porque es un trazado claramente marcado. La orientación cambia hacia el oeste para encarar una cuesta que se inclina considerablemente, llegando al 60% de inclinación en algunos tramos. La falta de oxígeno en el aire comienza notarse. El ritmo del montañero se ralentiza. En mi caso, se hizo presente una pequeña jaqueca, una sensación rara en el estómago y algo de flojera en las piernas. Tuve que pararme varias veces, pero alcancé el refugio de Altavista (3260 m.) sin más contratiempos.

Después de un respiro continué hacia adelante por aquel mar de lava solidificada. El primer tramo tiene una pendiente bastante pronunciada, pero al alcanzar la cota de 3460 metros la inclinación se suaviza. Llegué a la altura del mirador de la Fortaleza, pero no me paré, continué hasta las instalaciones del teleférico (3550 m), donde tomé otro respiro. Esta zona es conocida como la Rambleta, donde se ubica el Mirador del Teide con unas vistas espectaculares sobre el Parque Nacional

El último tramo fue el más duro para mí. Hay que pasar por la caseta de los guardias forestales que controlan el paso de los visitantes a la cima. La senda remonta 150 metros de desnivel en menos de 600 metros de distancia. El cansancio y la altitud hicieron mella en mi cuerpo, por lo que tuve que subir muy despacio y con varias paraditas para no ahogarme, además el fuerte olor a azufre no ayuda a recuperarse. Poco a poco alcancé la cresta del cráter y la cima. El Teide (3718 m). El ambiente de esta cima solo se puede definir como volcánico, aunque sea una redundancia. Fumarolas que surgen desde las entrañas de la tierra, azufre cristalizado en la cuba del volcán y científicos midiendo los movimientos de la montaña que hierve en sus entrañas.



Las Vistas desde la cima son inmensas: mirando hacia el norte se puede divisar la costa desde Garachico hasta Puerto de La Cruz; hacia el oeste incluso se ven las islas de Gomera y La Palma y hacia el sur se despliega la vertiente sur del parque Nacional del Teide, donde destacan el Pico Viejo, el llano de Ucanca, los Roques de García, la Cañada Blanca, el valle de Chiñoque, Tabonal Negro y las cimas de Topo La Grieta, Roque de la Grieta, Morra del Río y el Alto de la Guajara.

La vuelta la hice por el mismo camino, pero antes visité el mirador del Pico Viejo, que se encuentra a unos 600 metros a la derecha, según se baja, de las instalaciones del teleférico. El mirador ofrece una panorámica excelente sobre el llano de Ucanca, Los Roques de García, y el Pico Viejo y su cráter.



Para acabar este pequeño relato de mi excursión al Teide tengo que mencionar a tres amigos que encontré en el camino Néstor, Teresa y Salvador. Sin su ayuda no hubiera podido culminar la ascensión y hubiera tenido que regresar sin descubrir el cráter del Teide. Aprovecho estas líneas para daros las gracias otra vez y mandaros un abrazo muy fuerte.





DATOS
DISTANCIA: 20KM
DSNIVEL POSITIVO: 1400 M



VIDEO DEL CRATER