ERETZA DESDE SODUPE



Mariano y Diego, aprovechando una tarde soleada de marzo, decidimos subir a Eretza desde Sodupe. Aparcamos en el parking que hay a la entrada del pueblo, antes de llegar a la gasolinera, según se viene desde Bilbao o desde La Cuadra. Desde el parking, mirando hacia el norte (derecha) tenemos las laderas de Eretza por las que ascenderemos. Al lado derecho del parking llega una pista asfaltada que tiene un poste indicador señalando dirección al Eretza y al barrio de Lejartza. Este fue el camino por donde volvimos, pero la ascensión la afrontamos por otro camino.


Subimos a Eretza por su cornisa sur. Remontando unas cuestas bastante empinadas y pobladas con pinos para la tala, lo que nos ofreció un paisaje en el que se intercalaron pinares de repoblación con zonas taladas y con espacios abiertos.

Para comenzar la marcha retrocedimos algo más de 250 metros por la carretera (dirección La Cuadra), hasta llegar a una casa de color verde pistacho. A la izquierda de la casa sale una senda estrecha, pero bien marcada, que va paralela a un arroyo con dirección NO. Al de pocos minutos encontramos una valla que cierra el camino, pero se abrió sin problemas.

Después de pasarla encontramos dos desvíos a la derecha. Cogimos el segundo, abandonando el arroyo y tomando dirección E. En seguida cambiamos a NE para remontar un pinar con algún tronco caído. Alcanzamos la torreta eléctrica que veíamos desde la parte baja del bosque, pasamos por una borda pocos metros después y manteniendo la dirección NE continuamos por la senda que poco más adelante se convirtió en pista. Llegamos a otra zona repoblada con pinos donde nuestra pista converge con otra que sube del E. Cambiamos de dirección a O (izquierda) manteniendo la trayectoria de la pista que acabamos de encontrar. En minutos topamos con otra pista, transitada por camiones madereros, donde cambiamos la dirección a E y luego de nuevo O hasta que finalizó en una zona llena de troncos talados y apilados. Desde este punto tuvimos que buscar y seguir una senda (N) poco visible para ascender por otro pinar. Éste, en su parte alta, sale a una zona que encontramos recién talada y con el suelo lleno de restos leñosos, muy cerca de la cresta.


Seguimos (NE) por la zona talada hasta un último pinar que tiene marcado con un hito el punto por donde entrar. Lo subimos (N) pero la senda era poco clara, aunque con algún hito. El bosque estaba muy sucio y aparecieron varios troncos grandes cruzados en el recorrido. Superamos los obstáculos por la izquierda ya que hacía la derecha está la otra vertiente de la cresta y nos podíamos embarrancar. Por fin superamos este tramo y llegamos a un bosque de cipreses de Lawson.

Continuamos (NNO) por la misma cresta convertida en un filo rocoso, aunque la senda en algún momento nos metió entre los cipreses. En breve alcanzamos la loma cimera.Ya sólo nos quedaban las verdes campas, aún muy en cuesta, que llegan hasta la cima.

Durante la subida, mirando hacia el S y SO, pudimos fotografiar a Galárraga, Ganekogorta, Ganekotxiki en primer plano y más al fondo el macizo del Gorbea y sus cimas. También, desde la cresta rocosa, algo antes de llegar a la loma cimera, pudimos captar a Ganeroitz y Sasiburu apuntando la cámara hacia el N y NE.

Volvimos por el refugio de Eretza o de La Berenilla. Desde la cima descendimos (O) hasta el refugio. Alli encontramos un poste indicador del “camino de los galdameses” que nos invita a continuar descendiendo por una senda muy bien marcada (NO). Al de un rato de caminata por la senda topamos con una primera pista que descendiende. La atravesamos por donde indica el hito y continuamos por nuestra senda y manteniendo la dirección hasta una segunda pista con grava. Una vez en este punto sólo nos quedaba cambiar la dirección a SE y comenzar a descender, durante unos cuatro km, sin abandonar nunca la pista. Encontramos varios cruces a la derecha, algunos con postes indicadores mal colocados que pueden dar lugar a equívocos, pero nosotros mantuvimos la dirección y la pista. Así llegamos al barrio de Lejartza con su caserio y su ermita. Un rato después, ya con la noche encima, estábamos de nuevo en el parking donde dejamos los coches.









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